de Sandro Cuturello a la heredera de Quevedo

11 11 2012

A veces intento encontrar el principio de algunas cosas. Mirad este…

Un niño le pidió a una escritora, a finales del siglo XX, que escribiera un libro y que lo llamara The Moving Castle. En 1986 la escritora Diana Wynne Jones  publicaba una obra fantástica para adultos jóvenes, Howl’s Moving Castle. En ella, Howell Jenkins, de jóven, entregó su corazón a un diablo encerrado en un castillo, Calcifer,  llevado por la pena que sentía hacia él. De ahí que pierde, junto con su corazón, su humanidad.

Posterior al libro aparece la película, animada, de la mano de Hayao Miyazaki.

 Sandro Cuturello se encarga de la música de esta película.

Y yo, una tarde, hace un año aproximadamente, después de tomar un café en el extinto Café Europa, entonces estaba en la Plaza de Regla, junto a la Catedral de León, caminando por calle Ancha escuché esta pieza que me encantó. Fue la primera pieza de música clásica que surtió efecto en mí, ni conciertos de Año Nuevo de Riccardo Muti ni nada por el estilo. Me gustó hasta el punto de animarme a buscar más. Howl’s Moving Castle de Sandro Cuturello, en el minuto 02:45, me dejó prendado.

Le siguieron otras piezas que me llamaron mucho la atención como Kaiserwalzer, pieza que compuso Johann Strauss hijo con motivo de la visita del Káiser alemán Guillermo II a Francisco José I, emperador de Austria. Se titulaba originalmente «Mano a mano» aunque creyó que «Vals del emperador» sería más apropiado y algo más diplomático dada las características del encuentro. Se tocó en Berlín en octubre de 1889 y yo la escuché interpretada por Sandro Cuturello nuevamente.

 Zadok the priest es uno de los cuatro Himnos de la Coronación que Friedrich Händel compuso a principios del siglo XVIII con motivo de la coronación de Jorge II de Inglaterra. Tomó bases bíblicas y en este primero relata la unción de Salomón como nuevo rey de los israelitas por parte del sacerdote Sadoc. Es una pieza que estremece apenas un minuto después de su comienzo.

Ensimismado con mis pequeños descubrimientos, un día, en Sevilla, escucho esta versión del tema de Adele, «Rolling in the deep»:

 The Piano Guys es un grupo formado por Jon Schmidt, Steven Sharp Nelson, Tel Stewart, Paul Anderson y Al van der Beek y en ocasiones Craig Linder o Matt Bachrach entre otros. Es sorprendente, ¿no?. Bueno, pues a partir de ahí fui encontrando otros temas que me han ido gustando y ayudando a definir mi gusto por la música. The Cello Song, una de las piezas clásicas más representativas jamás escritas de Johann Sebastian Bach desde luego jugó su papel… bien  interpretada por The Piano Guys por un lado y la interpretación de Pau Casals por otro lado.

Así pues ahora pienso en un piano y en un violín o un chelo juntos y creo que no puede haber mejor combinación.

Conocí entonces, no hace mucho de esto, a Anna, una chica que toca el chelo y que me llevó hasta Michael Nyman. Un pianista y compositor excepcional; no puedo dejar de invitaros a escuchar un par de temas o tres:

 Time Lapse, Chasing sheep is best left to shepherds y Knowing the ropes por ejemplo. The heart asks pleasure first es otro temazo sin duda.

Ya camelado como estaba pensé… nunca he ido a un concierto de piano, de violín o chelo… sólo una vez fui con María a un concierto de guitarra hace no sé cuantos años, así que me puse a buscar dónde y cuándo poder ir aquí en León y me topé de frente con la escuela y Fundación Eutherpe.

La Fundación Eutherpe, como dicen, «Para el desarrollo de la cultura musical», se encuentra en León bajo la dirección de Margarita Morais. Me pongo a leer…

Cuántas veces me pregunto ¿hasta dónde llegará este amor ilusionado que disfrutamos hecho música? Cada concierto es, sin duda, una siembra infinita de savias irrepetibles y nuevas.
Pero el arte, aún lleno de luz, puede no verse. Lo esencial habita más allá de los sentidos. Hay cariños que se abren en la noche y otros, cuando el rocío despierta. Algunos giran al sol del día o hacen camino entre el llanto de la niebla. Un resplandor de oro alimenta la sabiduría del que ama y despeja las sombras que ocultan la belleza.
No sé cómo expresar mi admiración y agradecimiento a los jóvenes instrumentistas que llegan cada año desde diferentes partes del mundo.

Son las primeras letras de la carta de presentación de Margarita Morais.

 Estos son los conciertos para 2012 y los conciertos para 2013.

 Y entre mis curiosidades pues me pregunto por Margarita Morais. Busco y me llama la atención que sea la última heredera de Francisco de Quevedo.

 

Y voy y os lo cuento.