Buenos días. Estaba pensando y me apeteció escribir sobre ello. Sabéis que acabo de empezar, estos días, a dar clases de salsa. Siempre me dejo llevar demasiado y tiendo a las desmesuras, algo que puede interpretarse como ‘incapacidad’ a la hora de controlar emociones, etc. mil dscripciones posibles. Y pienso que efectivamente puede ser, pero también pienso que no hago mal a nadie y si además me siento a gusto pues ni mil palabras más. Claro, a todo esto, pues pensaba también en por qué diablos estoy yo ahora dando clases de salsa y por qué no lo he hecho antes. Y la respuesta mola. Por una mujer, claro, y no porque vaya a acompañar a mi pareja, que he visto que es lo que ocurre con mucha frecuencia (no tengo pareja). Pues eso; llegaban las noches de los fines de semana y yo veía que no podía ir a bailar con ella porque no sé. Y un día pasa, o dos, pero después de muchos pensé que estaba hasta las narices de lamentarme porque no podía sacarla a bailar ‘bien’ y tenía que conformarme con quedar, salir aquí o allí, lo normal, pero sin bailar que es lo que a ella de verdad le gusta, así que se dice uno… hay que aprender y ya está. Y así es como empecé a barajar la idea que en principio no era tan desmesurada. Me apunté a Avanti, en La Unión. Aún no hemos empezado porque van a inaugurar ahora. El caso es que me iba haciendo a la idea y me iban entrando más y más ganas de ‘probar’ y empezar hasta que me llegó la carta de Margarita Amante… vi que no coincidían los días y pensé que sería bueno poder ir a dos clases distintas sobre todo por si faltaba algún día a una que no pasaran dos semanas entre clase y clase. Pensado, dicho y hecho. Y así me acordé de Rodri y Amparo; con ellos tuve mi primera toma de contacto con la salsa y demás, en el CRJ. Se me pasó por la cabeza qe podría ir al Centro de Recursos los viernes por la noche, que sería económico y teniendo además presente que me gustó mucho cómo bailaba Rodri y tenía entendido que ella, Amparo, tenía un estilazo y era genial, pues me apunté. El lunes por la tarde empezamos las clases en Margarita Amante. Cuando salí de allí sabía que María no era por quien voy a aprender a bailar salsa sino quien me ha motivado a hacerlo. Salí encantado, prendada cada parte de mi cuerpo con unas sensaciones… ¡bailar y sentirse feliz! yo creo que son dos maneras de decir la misma cosa. Así todo ayer por la tarde me llaman del CRJ para decirme que aplazaban el inicio de las clases a la semana que viene y pensé que bueno, al tratarse de actividades T-LA podrían haber más imprevistos. Llamé a Amparo y me comentó que ella estaba dando clases igualmente los viernes, antes de ir al CRJ, en Nuria Mas. Me acerqué, fui a una clase y realmente pienso que ya es suficiente con tres escuelas de baile, pero en este caso hay un detalle especial… que mi pareja de baile será la propia profesora y no otra chica que también esté aprendiendo como yo, y eso creo que marcará alguna diferencia. Y ahora estoy deseando que llegue el lunes para volver a clase. Me lo pasé genial, salvando el principio, llegar allí sin conocer a nadie, con la sensación esa de ‘no tengo ni idea’ y demás. De verdad, son unas sensaciones fabulosas que a mí, además por como soy, me cuesta una barbaridad controlar, que no encuentro motivos para ello, que algo te hace feliz pues ¡apúralo!, pero que visto desde fuera puede parecer obsesivo o algo así. Cómo me gustaría poder contagiaros un poquito esa sensación, entonces creo que lo entenderíais.
Y bueno, así más o menos, es como supongo que empezó todo. Quería bailar porque quería estar con alguien y ahora quiero bailar porque me encuentro a gusto y me hac sentir genial. Vaya cosas. Igual que dejar de fumar… pensé dejar de fumar porque no me apetecía acercarme a ella oliendo a tabaco, porque aunque uno fume, sabe que apesta. Y como ya estaba casado de cepillarme los dientes, que si chicles y tal, o estar privándome de fumar antes de estar con ella y estando con ella, pensé… ¿por qué narices tengo que estar calentándome la cabeza con historias y pamplinas si con dejar de fumar se ha acabado?. Reconozco que yo me avergonzaba de fumar, no me he sentido orgulloso ni nada por el estilo nunca, al contrario, intentaba evitarlo e incluso reconocerlo. Ahora… bueno, no tengo palabras. No he contado los días que llevo sin fumar, irá cercano el mes, porque no solemos contar otra cosa que los días malos, las cosas malas, etc. y no los buenos y resulta que cada día es un placer, y veo a gente fumando, estoy con ellos, y ni me lamento ni me dejo de lamentar, no me importa ni me apetece ni lo critico. ¡Es especial! y sé que no es por ella, que no es por nadie más que por mí, pero bueno, hacía falta una chispa, por decirlo así, que prendiera la llama, ¿sabéis?. Pues eso. Y pienso… si además me sirve para sacar algo mejor de mí mismo… qué bueno que estás en mi vida entonces.
Y así es como creo que ‘todo llega’, a su debido tiempo, pero todo.