Esto no es más que una pequeña reflexión que me ha venido de pronto a la cabeza.
En el Camino me encontré con mucha gente de todas partes. En esta entrada quiero hablar de Olivier Pieczonka.
Olivier es un ‘peregrino’, eso me dijo, que lleva recorridos algo así como 15000 kilómetros de un proyecto que tiene en mente que acabará con 30000, sí, treinta mil. La cuestión es que nos encontramos en el Monasterio de Samos, cerca de Santiago. Él estaba allí de hospitalero por unos días porque necesitaba reponerse de unas magulladuras que tenía en los piés.
Lo que me llamó la atención y por lo que escribo esto es que fui a preguntar si tenían sitio para pasar la noche y me respondió diciéndome quién era y eseñándome una página de periódico en la que salía como noticia su larga peregrinación. Evidentemente me encuentro con un hombre que lleva recorridos esos kilómetros y no pude menos que preguntarle el por qué, por los motivos que le llevaban a hacerlo. Y me contestó que le gustaba caminar y tenía el sueño de conocer y visitar algunas ciudades. Yo entiendo que cada uno puede tener los motivos que quiera, que son todos respetables, sin embargo, a pesar de que en el diccionario de la RAE se entiende por peregrino a quien se encuentra en tierras extrañas antes que al que viaja por motivos religiosos, quiero pensar que el uso de la palabra está más vinculado a la visita de los lugares sagrados que al caminar en sí.
Para mí, a mi manera de ver las cosas, Olivier es un gran caminante o un gran viajero pero no un gran peregrino por ello, por la distancia que ha recorrido. Pienso que puede ser tan gran peregrino como el que peregrina desde Sarria porque lo importante, el fondo verdaderamente debe discurrir por dentro de uno independientemente de los pasos que haya dado. En cambio sí pienso que es un gran marchante. Cualquiera no es capaz de hacer eso y de llevar el estilo de vida de contínuo pues no sólo me refiero a andar sino a estar preparado para eso. Es sólo una apreciación de lo que él mismo me contó cuando nos encontramos allí en Samos.
Y es en eso en lo que estaba pensando, que en el Camino de Santiago hay peregrinos y caminantes, y ciclistas también, pero sí es cierto que a todos en general nos resulte interesante ‘hacernos’ peregrinos durante el trayecto porque así podemos acceder a albergues, monasterios y otro tipo de alojamientos sin dañar el bolsillo… tal vez la crisis no sea tan mala.