bicicleando_por_Andalucía

9 05 2011

Bueno, muchos sabéis que hace aproximadamente un mes crucé Andalucía en bicicleta. Se me ocurrió que podía ir a la Feria de Espera en bici, descubriendo partes de Andalucía desconocidas para mí y reviviendo de alguna forma la increíble aventura que supuso hacer el Camino de Santiago desde Alemania en octubre y noviembre del año pasado.

Así que el 18 de abril mi cuñado Jörg y yo salimos de Cartagena, cerca del mediodía, a tomar unas tapitas con @_CONEJO y @nazita_ en el #ViejoAlmacén y seguidamente dejamos la ciudad dirección Mazarrón.

Bueno, para los que no lo sepan, Espera es un pueblecito que hay en la provincia de Cádiz, cerca del pantano de Bornos, al que voy desde hace algunos años bien por Feria o por Romería o símplemente por ir. Conocía a JuanFran y a través de él al resto.

Sigo, como decía, salimos de Cartagena hacia el Puerto de Mazarrón pasando por Canteras, las Cuestas del Cedacero e Isla Plana. Atravesamos el Puerto de Mazarrón, tomamos una cañita en el Oásis de las Palmeras antes de adentrarnos en las playas de Bolnuevo y llegamos a Puntas de Calnegre, en concreto a la Cala Calnegre donde pasamos la primera noche. Más adelante, en otro post probablemente, incluiré enlaces a los mapas con las rutas y el itinerario que seguí cada día.

Al día siguiente amaneció lloviendo. Jörg no llevaba ropa de lluvia así que esperamos a que amainara allí mismo en el bar que hay en la playa. Decidimos continuar el camino sin regresar a la carretera y aquello se convirtió en un tramo del GR92 intransitable apenas a pié de forma que tuvimos que ir cargando con las bicicletas a hombros por el sendero y bueno… yo creía que me moría. Almorzamos en Águilas y llegamos hasta Mojácar a las cinco de la tarde aproximadamente con lo que tuvimos tiempo de reparar mis dos pinchazos y de buscar tranquilamente algún lugar en el que pernoctar.

La mañana siguiente la pasamos casi entera en Mojácar; Jörg volvía a Murcia en el autobús de las 13:00 así que decidimos ver el pueblo tranquilamente. Poquillo antes de que llegara el autobús pasamos las alforjas que él llevaba a mi bicicleta y envolvimos la suya en film transparente para evitarle roces y partes móviles en el maletero. En cuanto se fue seguí el camino hacia Almería. Pasé Carboneras y Los Escullos, cerca de San José, hasta El Alquián, a escasos kilómetros de Almería, donde pasé la noche. Me costó bastante el tramo de Rodalquilar, con unas pendientes del 10% que me hicieron ver las estrellas recién cargado que iba y aún no me había hecho a la idea ni de ir sólo ni de administrarme correctamente los kilómetros de cada día.

La cuestión es que en Almería ví a María del Mar y a Antonio, quedamos allí para desayunar, en la Cafetería Colombia. Allí tuve que decidir si continuar por la costa, más llano todo, o si dirigirme hacia la sierra. Pensé que sería más bonita la parte de la sierra así que salí de Almería por el norte, pasé por Benahadux y Alhama de Almería bien, tranquilillo, pero a la altura de Rágor mirad que me encontré con un puerto que bueno… En Fondón me crucé con una pareja que estaba haciendo la Transándalus, fue un encuentro agradable. La noche la pasé en Laujar de Andarax, junto al nacimiento del río a apenas un kilómetro del pueblo. Hay un área de recreo muy agradable. A todo esto, seguía lloviendo, desde aquel día en Cala Calnegre…

La jornada siguiente discurrió por las faldas de Sierra Nevada. Comenzó a cambiar el paisaje, la niebla se volvió compañera de viaje, bajaron las temperaturas y llovía más. Y más subidas. Desayuné en el mismo pueblo, en Laujar un poquillo tarde porque me quedé durmiendo sin querer y bueno, de ahí ya me fui pasando por Alcolea, Cádiar y Bérchles donde paré a comer junto a la iglesia. Seguí un poquito más hasta Juviles donde decidí que pasaría la noche. Estos pueblos ya están a una altura considerable. Fuera en la calle hace fresco y llueve. Pernocté en una explanadilla que hay en la parte alta del pueblo que llaman ‘Fuerte de Juviles’. Imagino que antiguamente habría eso precisamente, un fuerte o alguna clase de fortificación. Hasta que se hizo de noche, más o menos, estuve en un bar, el Café Alonso, en el que me tomé un ColaCao que me vino especial. La cuestión es que ahí es donde comencé a tomarme tiempo. Cuando estás pedaleando piensas muchas cosas pero no retienes tantas, te distraes con una cosa u otra e incluso a veces intentas eso precisamente, distraerte para evitar pensar en el esfuerzo. Sin embargo en esos ratitos sentado tranquilo y a solas se piensan otro tipo de cosas, se echan de menos momentos que han pasado o que no van a pasar, se repasan las cosas que se han hecho de una forma diferente… son ratitos necesarios.

Quinto día de travesía. Las Alpujarras. Llegué a desayunar a Trevélez. Según me comentaron se trata del pueblo a más altura de España. Como pueblo no me gustó, refiriéndome a que no tiene una estructura como tal sino que está atravesado por la carretera y en torno a un ensanchamiento de la misma se han colocado bares, tiendas y secaderos de jamones… no hay una placita con su fuente en frente de la iglesia en torno a la cual se desarrolla la población. Desayuné un ColaCao con churros que bueno… Lo siguiente fue Pampaneira. Sorprendente. Está apenas a unos kilómetros de Bubión, dónde me han dicho que hay un monasterio budista, y de Capileira, antesala del Pico del Veleta. En Pampaneira había gente a patadas. Las terrazas en la calle y la placita estaban repletas de gente, los balcones coloreados con cientos de alfombras que imagino que son hechas allí o en la zona y bueno, reconozco que tenía su encanto. Comí ahí en el pueblo, me tomé un cafetillo y seguí mi camino hacia Motril. Todo cuesta abajo salvo ‘Los Caracolillos’ que son un pequeño puerto de montaña que precede a Motril similar al de Rodalquilar con un desnivel del 10% que te lo explica. Llegué a Motril tempranillo así que me paré un ratillo a tomar una cañita y decidí que iría a dormir a Puerto Motril, a la playa. Ocurre que cuando llegué pasé por la puerta de dos campings y bueno, no pude resistir la tentación. Pasé la noche en el Camping Playa de Poniente. Nada, tranquilillo todo. Estuve paseando un poquillo por la noche pero vamos, que muy tranquilo todo.

De Motril seguí por la costa hacia Málaga. me hubiera gustado parar en Almuñecar en vez de pasar de largo, pero bueno, en otra ocasión. Pasé por Nerja… las playas de Nerja son una preciosidad, rectas, amplias y casi salvajes porque no llegas a ellas con el coche. Se ven desde la carretera pero están ahí abajo, tienes que bajar a ellas, y luego subir para volver. Me gustó también la costa de Torrox-Costa: se trata de un amplio paseo marítimo lleno de terrazas de todos los estilos gastronómicos, bares y pubs, etc. En Torre del Mar paré a descansar y desde ahí llegué hasta La Cala del Moral. Pasada La Araña encontré un área en la que pasaría la noche, el Peñon del Cuervo, siguiendo el Paseo de los Canadienses. Como era temprano regresé a La Cala del Moral a tomar una cervecita. De vuelta en el Peñón conocí porque se acercó a Felipe. Es un vagabundo, extremeño, que está viviendo allí en el Peñón desde hace cuatro años. Después de separarse la vida no sé si le llevó hasta allí o si decidió él vivirla así. Creo que lo primero porque hablando con él creo que es fácil percibir que siente nostalgia y me habló de las ganas que tenía de arrancar de nuevo, de encontrar un trabajo y de una forma u otra ir dejando eso atrás. Por la noche allí en el Peñón hubo pelea: había una peña de chavales cerca, en las barbacoas, haciendo una botellona y bueno, acabaron rompiéndose las botellas en la cabeza… creía que alguna me iba a tocar a mí.

Volví a ver a Felipe por la mañana, caminamos un ratillo juntos por el Paseo de los Canadienses y ya seguí hasta Málaga. Estuve callejeando un poquillo hasta que paré a desayunar en una confitería, La Canasta, en frente del Mercado de Atarazanas. Probé las torrijas porque un hombre que estaba comprando me explicó que eran típicas de allí. ¿Habéis probado las torrijas? Es el postre más delicioso que he probado jamás. Estaba sentado en la terracita y oye que cuando la probé me daban mareos de lo buenas que estaban…

Bueno, al caso, que me gustó Málaga pero así sin darme cuenta casi se ma pasó la mañana allí. Salí antes de comer hacia la Sierra de las Nieves. Es todo muy llano hasta que estás llegando a Álora. Subir ese pueblo es un escándalo para las piernas con una bicicleta cargada. Comí allí tirado en un banco en un parque, desfondado y pensando que no quería pedalear más… aunque enseguida se me pasó y seguí hacia El Chorro, a las puertas del Desfiladero de los Gaitanes. Me quedé en el Camping El Chorro: es un camping en medio del monte, de tercera, muy económico y bien situado. Echando cuentas pensé que si al día siguiente salía llegaría a Cádiz el martes, el miércoles quizás así que me propuse quedarme un día más.

Así pasé el noveno día de la travesía allí en El Chorro. Salí a andar por el Sendero del Caminito del Rey que es una senda que se acerca al Desfiladero de los Gaitanes y pasa junto a las vías del tren y permite ver el antiguo Caminito del Rey. Es una zona evidentemente muy frecuentada por escaladores, de hecho conocí a un grupillo en el Camping… Jose, Rocío, etc. que bueno, hay que conocerlos. El día allí transcurrió muy tranquilo, paseillo, comer, descansar, mirar, dormir… reírme con estos, en fin, un día de no hacer nada. Al día siguiente tendría que hacer un puerto así que no me vino tampoco mal.

Como decía, ya estaba concienciado, tenia que hacer el Puerto del Viento en la Sierra de las Nieves, tras el cual se llega a Ronda y a su serranía. Una vez que llegué a El Burgo, el pueblo que hay antes del comienzo del Puerto del Viento, comí, me tomé un cafetillo y me costó algo menos de un par de horas llegar a la cima, a 1190 metros. Eso sí, muy animado y a muy buen ritmo. De ahí a Ronda no había nada, apenas una hora. En Ronda ocurrió que me sorprendió. Es increíble, ¿un pueblo o una ciudad?… había más ambiente allí que en Santo Domingo un sábado por la tarde. Y me apeteció pasar la tarde allí: esto fue el miércoles antes de Feria. Pasé por la Oficina de Turismo, llamé a los Campings que había y me fuí al más cercano, el Camping del Sur que está a poco más de un kilómetro, es de primera y cuesta casi lo mismo que los otros más retirados y de tercera. Me duché en el camping, me cambié de ropa, cené y dejé todo listo, la tienda, etc. antes de volver al centro. Me quedé maravillado, en serio. Las callejas que tiene, lo cuidado que está todo, el ambiente que hay, los comercios, los turistas, la gente de allí… en fin. Aunque había cenado, estaba ahí en la Plaza del Socorro entre tanto ambiente que vaya, era el momento… en la Taberna Los Candiles me pusieron media ración de carne en salsa… bueno, sin comentarios, y esa cañita… y luego un cafetito junto a la Plaza de Toros, en el Café Atrium que vaya… estaban jugando además el Madrid contra el Barcelona en uno de los cuatro clásicos que tenían lugar en el mes… en fin, un ambiente impensable.

El decimo primer día de travesía no estaba previsto que fuera el último. Llegué a comer a Grazalema; descansé un poquito y subí el Puerto del Boyar, pero una vez en lo alto, a 1109 metros, no me quedaba nada más que bajar y bajar hasta Arcos de la Frontera. Benamahoma y El Bosque fueron un flash poco más o menos porque iba a toda pastilla… y cuando llegué a las cinco y media a Arcos pensé que era una tontería quedarme por ahí además que después de estar en Ronda, Arcos me dio una impresión triste y no me apeteció quedarme; merendé en un parque y me fuí a Espera.

Así pasaron, muy por encima, los once días que estuve de travesía por Andalucía. En Espera pues estuvimos de Feria, pasada por agua pero de Feria a fin de cuentas. Y el regreso a Cartagena lo hice en tren… bueno, autobús de Espera a Sevilla, en el AVE de Sevilla a Madrid y en el Talgo, o Altaria lo llaman ahora, de Madrid a Cartagena. Aproveché un transbordo largo en Madrid para poder acercarme a comer al Malaspina, detrás de Puerta del Sol. Cada vez que voy a ese lugar me sorprende y me encanta.

Y bueno, poco más. O mucho más en realidad pero muchas impresiones me las quedo yo para mí. Puedo comentar sin embargo, porque me parece relevante y desde luego sorprendente dado que mis expectativas eran un poquillo opuestas, que hay partes en las que Andalucía no es barata y que me gusta más el norte. Con que no es barata me estoy refiriendo a un sector muy conccreto del turismo rural y que me gusta más el norte lo digo porque me gusta más la lluvia y el frío que el sol, nada más. Ya veréis las fotos y fliparéis porque hay unos paisajes… bueno, de película. Y que tiene más montes de lo que me imaginaba, eso también me sorprendió un poquillo porque creía que sería más llana y no, vaya que te hartas a pedalear cuesta arriba.