Los tiempos cambian, evidentemente. Pero no hace mucho era todo bien distinto. Mi abuelo tenía una panadería, en realidad era una Cooperativa en Perín desde la que se abastecía a toda la zona. La panadería era entonces fundamental, más aún en esos tiempos que no somos capaces de imaginar los que no los hemos vivido. La harina, el pan, eran esenciales en un pueblo que carecía de todo. Mi abuelo me ha contado experiencias de lo que la gente llegaba a hacer por coneguir pan…
El caso es que entonces se amasaba a mano, y cuando la tecnología lo permitió, se adoptaron amasadoras mecánicas que movían la masa del pan. Las palas de estas máquinas eran movidas por motores no eléctricos sino de gasolina como este cuyos ‘papeles’ véis. El motor lo tengo yo, guardado porque tuve una época en la que me gustaban mucho los motores y todo lo que les concernía y les dedicaba tiempo. Este era su ‘libro de instrucciones’. Es curioso. También tengo la factura de 1360’00 pesetas que costó en el ’59.