de_la_tierra_al_mar

13 09 2009

A principios del siglo XIX se reabrieron los antiguos pozos mineros romanos de la Sierra de la Unión. La aparición de nuevas tecnologías favoreció que se desatara una auténtica fiebre minera. A mediados de siglo había 38 fábricas de fundición de plata en Cartagena. Se construyó la línea del Ferrocarril de Vía Estrecha, el FEVE que hoy conocemos, para transportar el mineral desde La Unión hasta Cartagena y durante este siglo XIX la producción de plomo y zinc de las minas de Cartagena y La Unión constituyó el grueso de la producción nacional.

Mina Iberia - Foto de Nelaco

Hoy solo quedan ruinas. 1700 años de inactividad desde que en el siglo II el estado romano abandonase la explotación de las minas hasta su reapertura en el siglo XIX tras el descubrimiento del filón Jaroso en Almería y más tarde, tras la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1929 de nuevo abandonadas. Posteriormente, en los años 50 la empresa Peñaroya  consiguó reactivar la actividad minera hasta el agotamiento de los yacimientos, su cierre definitivo a finales de los años 80 y la declaración en 2009 de bien de interés cultural con la categoría de sitio histórico que pone fin a una historia de trabajo en la minería en La Unión.

Como decía, hoy sólo quedan ruinas. Viejos vestigios de otros tiempos, de otros muchos hombres, mujeres y niños que vivieron de la mina y para la mina. Sin embargo podemos intentar encontrarnos con ese pasado hoy más cercano que hace unos años. Actualmente la Fundación Sierra Minera es la responsable del Proyecto Jara que contempla la recuperación completa de la Mina Las Matildes, desde 2005 Centro de Interpretación Minero. Además, gracias al Consorcio Turístico de la Sierra Minera, en La Unión se ha recuperado ahora la Mina Agrupa Vicenta, una de las minas visitables más grandes de Europa, con más de  4.000 metros cuadrados abiertos al público a 80 metros de profundidad, gigantescas galerías, extraordinarias bóvedas, enormes pilares y hasta un lago subterráneo de aguas rojizas que nos trasladarán a otra época en la que vemos cómo vivían y trabajaban los antiguos mineros. Yo aprovecho para invitaros a visitarla. Dicen que es comparable al Teatro Romano de Cartagena en cuanto a la relevancia que puede adquirir en el futuro; creo que es una comparación demasiado presuntuosa en la que unos dos mil años de historia de por medio marcan algo de diferencia, pero bueno, no quita para que resulte de gran interés y por supuesto, una experiencia única para los sentidos en la que por cierto, este año se celebró un desfile de modelos de moda flamenca y un recital de cantes dentro de la programación del Festival de Cante de las Minas. Como os decía, una experiencia única.





_desordenados_

19 10 2008

Hoy todo estaba desordenado; las cosas no estaban en su sitio y Juanfran y yo nos hemos quedado bastante perplejos. Veréis, hemos salido a hacer una marcha así un tanto improvisada. Destino, playa de El Gorguel, Cartagena. Hemos bajado a Portman a comprar algo para comer (por cierto, NO COMPRÉIS en la tienda que hay justo frente al «Bar Nuevo Café», es un atraco) y después empezamos la marcha. Dejamos el coche en un apartadero de la carretera La Unión-Portman y andando. Bueno, la playa de El Gorguel se ve desde la carretera; está desierta, la arena no es otra cosa que sedimentos y restos de la actividad minera y en el mar a cierta distancia de la costa se distinguen las jaulas atuneras, ya está. Pues vamos dejando atrás ruínas de la minería de la zona, caminos bacheados, etc. hasta que llegamos a la playa… que resulta ¡no está desierta sino poblada!. En aquella playa hay casas que forman una calle (de arena), un paseo (de arena), una placita (de arena), un campo de fútbol (de arena)… es asombroso.

Algunas parecen chabolas pero en general son más bien casas descuidadas que otra cosa en la propia arena de la playa. No vimos rastros de tendidos de luz, no sé de dónde la obtienen, pero hay farolas… tampoco había antenas de televisión, pero había una barbaridad de gente… es como llegar a un sitio en el que esperas ver algo en concreto y de pronto… algo no casa… no sé… En fin, que seguimos hacia el cuartel de Carabineros.

La marcha tranquilita, todo bien, hasta que regresando hacia el coche, habiéndo pasado ya del vertedero, que es sinceramente desolador, encontramos en un cruce una cantidad bárbara de azulejos escritos… al principio pensé que serían recordatorios de algo, no sé, pero nos acercamos a leer… ya pondré cosas que leímos… y seguimos el rastro, subiendo por la ladera, un Cristo, un altar… en fin… que ese no es su sitio… realmente hemos flipado ahí leyendo y mirando lo que había. Habéis visto la silla de comedor en la orilla del agua y el sillón en la orilla de la carretera…

… y, esto no lo habéis visto, un tío con una Dodge sacando a martillo y cincel ladrillos de una mina, uno a uno… en fin, una paranoia de día que sinceramente ha resultado peculiar por lo inesperado de las cosas con las que nos hemos encontrado. Yo os invito a ir, sin duda, en cuanto podáis.





_eCOPARQUe_

1 10 2008

Verde o gris, azul, amarillo y otro verde… Esos son los contenedores que podemos encontrar en nuestras calles y ya todos sabemos para qué son cada uno de ellos.

Pregunta… que a mí me han respondido esta mañana… ¿dónde tiramos radiografías, medicinas, cartuchos de tinta de impresoras gastados, o toners, equipos electrónicos, neumáticos, aceites usados, baterías de cualquier tipo, madera, hierro y otros metales, cables, etc.? En el EcoParque.

¿Y dónde está? Aquí… Ya no tenemos excusa.





_finde_de_bolos_

4 07 2008

Viernes rollo… a La Manga a ver a Jesús, a comprar la tabla multipresa y a recoger inscripciones de campamento en el local por la tarde.

Sábado tranquilillo, preparar materiales y tal para el campamento y Consejo de Scouters.

Domingo pinta mejor; tanteo búlder en Castillitos de nuevo, y cañitas en Mazarrón… ¡triunfo!. ¡Haré fotos!.

Cambio de planes. No sabéis cómo molan los imprevistos. Esta mañana, saliendo de trabajar me han llamado… ‘Agüera, ¿te puedes venir a montar hoy?’… ¿que si puedo? ni había colgado el teléfono y ya estaba de camino. Escenario para el concierto de Juanes en la Condomina de Murcia… ¡vaya triunfo! eso sí, a mediodía casi me da una pájara, ¡vaya tela! entre el calor y los hierros subiendo a destajo… pero eso sí, por la tarde si se estaba a gusto.

Así que mañana haré algo de lo que iba a hacer hoy, además del Consejo que tenemos por la tarde, y el domingo de nuevo a Murcia a desmontar el escenario. ¡Triunfazo!.

Nos vemos pues; un abrazo.





_experiencia_&_inquietud_

21 06 2008

Hay muchos casos, evidentemente, pero este texto cuenta la experiencia de una forma muy general y sin embargo muy válida. Creo que es muy curioso y a mí me ha llamado mucho la atención.

Todo comienza con adentrarse por primera vez en una cueva. Rápidamente te vas dando cuenta de cosas concretas: de un lado, es claro que no te puedes meter solo en una cavidad, necesitas ir con otros, quizás porque la misma oscuridad sobrecoge de tal manera que uno se asusta de lo que hay un poco más adelante de donde llega el débil haz de esa linterna de mano con la que te has metido; de otro, percibes, sobre todo al salir, que vas hecho un asco, que necesitas ropa para cambiarte, ropa cómoda, que cuando te tengas que arrastrar no se te mueva (un mono de trabajo, por ejemplo); también empiezas a descubrir que es peligroso ir sin casco (algún que otro mamporro te ayuda a tomar conciencia) y la importancia que tiene el tema de la luz… si se pudiese llevar algo más de luz que ilumine todo lo que se abre ante ti… Y sobre todo, te das cuenta de que hay cosas que te impresionan por su belleza.
Comienza así el rosario de gastos que conlleva la práctica espeleológica: un mono, un caso con luz de acetileno, una carburera, unas botas de agua, un cinturón donde colgar la carburera, unos guantes que aguanten el barro, la abrasión y el agua…
Te da la sensación de que así puedes llegar un poco más allá. Buscas otras cuevas, otros agujeros donde entrar y al poco recorrido descubres, no sin cierto temor, que aparece un negro pozo que te impide seguir avanzando. Un negro pozo del que no puedes ver ni el fondo. A su lado, si te fijas, es fácil que descubras que hay unos pequeños tornillos en la pared, lo que luego aprenderás que se llama spit, e intuyes que con una cuerda y otros aparejos podrías salvar el obstáculo, pero… ¿será seguro?.
Continúa el rosario de gastos: un arnés de cintura, un descendedor (aparato para descender rapelando), una cuerda de esas que llaman estática y que el tipo de la tienda te dice que es mejor para eso de la espeleo, aunque todavía no sabes por qué es esa mejor que esas otras bastante más bonitas y de mayor colorido como son las dinámicas, unas cuantas chapas y unos pocos mosquetones para colocar la cuerda. Te das cuenta de que necesitas algo de formación sobre nudos. Empiezas a buscar, a leer, a preguntar. Buscas respuestas que te ayuden a afrontar el paso que quieres salvar, y descubres un mundo nuevo de técnicas de descenso y de ascenso por cuerdas y demás habilidades para progresar con seguridad por una cueva, tanto en sus tramos horizontales como en los verticales.
Una vez superadas esas cuestiones técnicas, y siguiendo con el imparable tema del gasto de compra de material, vas llegando cada vez más allá, cada vez más dentro de la tierra, cada vez más vinculado a tu grupo, y empiezas a sentir que es una lástima que algunos buenos amigos se pierdan lo que estás haciendo, lo que estás viendo. Cada vez que llegas a un sitio bien hermoso y profundo, tienes la sensación de ser uno de esos privilegiados que han podido llegar hasta ahí y contemplar lo que la tierra esconde. Te preguntas cómo poder llevarte todo eso fuera: un mundo escondido que lleva cientos de miles de años conformándose para que llegues un buen día y lo puedas contemplar. Y de esa manera, te metes sin querer en el mundo de la fotografía subterránea, un tema algo complejo y donde no es fácil percibir que puedes reflejar de verdad lo que ves. La fotografía en las cuevas es demasiado especial y muy distinta de la fotografía al aire libre o en un estudio. Tiene sus propias técnicas y te ves adentrándote en otro apasionante y nuevo mundo.
Pero no para ahí la cosa. Un buen día vas a buscar un agujero que no conoces y no lo encuentras. Te adentras entonces en otro mundo bien distinto, la topografía de superficie, el manejo de los GPS y de los mapas, la utilización de los programas de ordenador que te abren a otro mar de posibilidades…
Y en algún otro momento descubres una cueva de la que nadie sabe nada, o al menos no hay ninguna referencia bibliográfica que te ofrezca un mapa de la cavidad. Aparece, entonces, otro nuevo ámbito a investigar: la topografía subterránea, también peculiar y distinta a lo que sabes sobre manejos de mapas de superficie, nuevos programas informáticos, etc.
De su mano, te preguntas cómo demonios se han formado estas cuevas y te empiezas a interesar por el mundo de la geología, del karst…
Y ni siquiera tu grupo es suficiente. Necesitas de otra gente que tenga más experiencia que tú, que ya hayan pasado por estos mismos estadios y hayan encontrado respuestas a tus múltiples preguntas: libros, congresos, información en internet, contactos con la Federación, con otros grupos…

La fuente: club_de_montaña_denali

Y la pregunta es… ¿Dónde acaban tus inquietudes?





_subimos_

13 06 2008

Esto es un Tibloc Petzl. Es un bloqueador de emergencia.

Y esto es un Capitán de Fixe, un ascender derecho.

¿Qué quiere decir todo esto? Pues ni más ni menos que el próximo domingo 22 de junio vamos aquí… mirad… ¿recordáis esta cueva? estaba en el complejo de las minas de Colón, en Mazarrón. No pudimos bajar porque no llevábamos ascenders ni plaquetas ni nada ya que íbamos a ver qué nos encontrábamos siguiendo la ruta que habían hecho los de Espeleo50, aquel grupo de espeleólogos del que hablaba. Ahora pues no he podido resistirme y me ha entrado la vena y como estaba pensando qué hacer el domingo este de la semana que viene, pues dicho y hecho (o pensado y hecho). ¡Tito, ya sabes!.

Donde llegaron los de Espeleo50 y no pudimos llegar nosotros… galena y excéntricas decían; pues eso gente, ¡nos vemos ahí abajo!





_temible_

10 04 2008

Según la mitología griega, los ríos de la región de la muerte son: Estigio, aborrecido, Aqueronte, temible, Piriflegeton, fiero, y Lete, que da olvido.

Entramos en la Mina Aqueronte…

Nos acercamos a las Minas de Colón, en la cara SE de Peñas Blancas, Cartagena.

En principio vamos siguiendo la pista del grupo Espeleo50 pero encontramos otra mina, la Aqueronte con esa advertencia en la entrada… ‘¡PELIGRO!’ y no podemos resistir la tentación.

La Aqueronte es es hasta ahora la mina más grande que he visto. Está perfectamente trabajada, los túneles son anchos para permitir el paso de vagonetas cargadas de mineral, se aprecian los restos de los raíles en el suelo, los tendidos eléctricos en la pared, y bueno, ramificaciones por doquier. Murciélagos y arañas por supuesto. El caso… si no nos desviamos, casi, llegamos hasta un pozo que Señores, no somos capaces de sondar. Los haces de luz de las lámparas no alcanzaban ni al lado opuesto, ni al techo, ni al fondo. El silencio y la sensación de vacio eran aplastantes, e invade una sensación extraña que trae consigo pensamientos del tipo… ‘que pequeños somos aquí dentro’ o ‘que grandes somos si hemos sido capaces de hacer eso hace 50 años’.

Una cosa curiosa es que encontramos en las paredes de algunas intersecciones y a veces en el suelo, estemos en la desviación en la que estemos, indicaciones hacia dónde está la salida, bien flechas blancas pintadas o bien flechas montadas con listones de maderas viejas en el suelo.

Para mí ha sido una sensación espectacular. Y vamos a regresar porque dejamos todo a medias porque no llevábamos ascenders ni los arneses de espeleo, de modo que ni bajamos al pozo de la primera mina, aquella en la que estuvieron los de Espeleo50 ni nos inmiscuimos demasiado en la Aqueronte. Aún así gastamos cerca de dos horas en ella. En fin, otro domingo más.

Ver mapa de la Ruta.

Ver fotos de la Ruta.