Curiosidades. No sé si os suena este nombre, Antonete Gálvez. El padre del Cantonalismo dicen en la wikipedia. El caso es que efectivamente lo era. En mi anterior blog, theletterineversent, escribí sobre él pero ahora me voy a extender un poquito más.
Antonete Gálvez era natural de Torreagüera, un pueblecito de Murcia. Antonete Gálvez era un republicano de los que más. Tras La Gloriosa de 1868 se logra la expulsión de Isabel II de España y se da paso a un gobierno provisional durante el cual se elabora la Constitución de 1869 que establecía una monarquía como forma de gobierno en España. Esto supuso un grave problema pues el espíritu revolucionario que había conseguido acabar con el gobierno carecía de una dirección política clara. Dado que las Cortes rechazaron la idea de república para España, los republicanos se sintieron inclinados a que fuera un monarca quien gobernara siempre que fuera alguien capaz y que acatara la Constitución. Se nombró entonces a Juan Prim dirigente del gobierno y al general Serrano regente de la nación mientras se buscaba al candidato ideal.
Se comenzaron a barajar varias posibilidades y al final la evidente mala fama de los Borbones hico sugerir que fuera Amadeo I, duque de Aosta e hijo del rey de Italia, el candidato y quien accediera finalmente al trono. Fue el primer Rey de España elegido en un Parlamento y desde un principio contó con el rechazo sistemático de los carlistas y republicanos por un lado. Los carlistas porque en ese momento pretendían que fuera Carlos VII, sucesor de Carlos V de España, quien accediera al trono arrebatado por Isabel II y los republicanos porque evidentemente pretendían una República en España y no estaban del todo contentos con esta elección. Por otro lado contaba también con el rechazo de la aristrocracia borbónica pues lo consideraba un extranjero allegado, un sustituto, y también por parte de la Iglesia por apoyar las desamortizaciones y ser hijo de un monarca que había clausurado los Estados Pontificios. Por último se ganó la desconfianza y la frialdad del pueblo al que le costaba acercarse debido a su falta de don de gentes y la dificultad que tenía para aprender el idioma. Además nada de esto se vio favorecido por la inestabilidad política, los levantamientos republicanos, la Tercera Guerra Civil (Carlista) o el recrudecimiento de la Guerra Grande de Cuba (de los 10 años). Ambas requieren que se decrete una nueva quinta o llamamiento para hacer el servicio militar y los republicanos más progresistas, en Murcia dirigidos por Antonete Gálvez, y con el respaldo del pueblo harto de que se pierdan vidas y de derramar sangre en tierras extrañas, dan el paso reclamando la República Federal y el fin del servicio militar. Amadeo I hizo una alusión a los españoles… Esto es una jaula de locos… y sin esperar la aprobación de los diputados, presentó formalmente su renuncia a la corona en 1873 tras lo cual se instauró la Primera República Española.
Sin embargo los comienzos de esta Primera República fueron extraños, de hecho fue verdaderamente inestable. Las diferencias internas, a pesar de la fortaleza que aparentaban las Cortes, entre federales moderados y progresistas y la atención acaparada tanto por la Guerra Carlista como por los problemas de Cuba, hacían que la Constitución federal de 1873 no lograra salir a la luz en una espera que resultaba interminable. De este modo se constituyeron los cantones en un intento de reivindicación y presión al gobierno. Sin embargo sucedieron de inmediato varios cambios importantes. En principio, el 13 de julio de 1873 se proclamó el Cantón Murciano. Cuando Antonete convenció a la marinería, constituído el Cantón de Cartagena un día antes, multitud de ciudades en toda España se proclamaron cantonales dando lugar a la Revolución Cantonal de 1873. El gobierno republicano, primero de la mano de Pi y Margal y después de la mano de Nicolás Salmerón, ambos Presidentes de la Primera República en 1873, aún no había puesto fin a la revuelta. Pi y Margal se negaba a reprimir la rebelión de los cantones convencido, evidentemente, de que los sublevados segúian la doctrina que él les había procurado. Aceptada su dimisión, Nicolás Salmerón se hizo al cargo del gobierno republicano y encomendó a generales contrarios a la República Federal la tarea de sofocar los cantones. Así fueron haciendo los generales Pavía y Martínez-Campos. Este último consigue someter también el núcleo cantonal de Murcia hasta que en agosto de 1873 se encuentra reducido únicamente al Cantón Cartagenero. En un momento clave, Nicolás Salmerón presenta su dimisión por cargo de conciencia cuando le instan a firmar la sentencia de muerte de desertores en la Guerra Carlista. El poder pasa entonces a Emilio Castelar quien primero disuelve las Cortes y segundo encarga las operaciones a militares profesionales de dudosa fidelidad a la República. Es uno de ellos, López Domínguez, quien en enero de 1874 consigue la rendición del Cantón de Cartagena. Se trata de más de cinco meses de asedio a una ciudad amurallada, bien pertrechada que dispone de armas, de una flota, que acuña su moneda, tiene periódico propio, diseña un modelo de educación siguiendo los ideales y, también, asalta las ciudades de Almería y Alicante para abastecerse. La ciudad está sometida a un asedio de cinco meses durante los cuales se dejan caer, en los bombardeos, mil doscientos proyectiles diários dejándola prácticamente destruída.
Bien, ya sabemos qué papel tuvo Antonete Gálvez en toda esta historia al menos así por encima. La pregunta es… ¿y Mister Witt? O ‘mister güí’ como decimos aquí en Cartagena… ¿Ese quién es?.
Mister Witt es un café que hay en Cartagena en el callejón de San Roque que es el que une calle Jabonerías con calle del Cármen. Es nuevo y esta tarde he ido a ver cómo es. La decoración es agradable, parece confortable y es grande. La impresión es muy buena y yo recomiendo ir. La cuestión es que, curiosamente, parece que hay más historia de la que se ve a simple vista. Os comento: resulta, y de aquí ha surgido todo este post, que Mister Witt también es un ingeniero inglés casado con doña Milagritos Rueda que a pesar de sus intentos de permanecer neutral sucumbe a la pasión de su mujer por el movimiento y acaba involucrándose de forma muy activa en la Cartagena cantonal. Así es como se puede presentar al personaje de la obra de Ramón J. Sender, Mister Witt en el cantón, un premio nacional de literatura en el que se descubre una aventura independentista y revolucionaria que relata cómo se organizaban los cantonales para repeler los ataques y conseguir abastecerse o cómo sobrevive una sociedad civil asediada, diezmada y hambrienta en una ciudad destruída de la que sólo quedaron escombros.